De Profundis 2

 

—Hablando de precursores, usted lo fue en la suma de dibujo con imagen en el cinematógrafo, antes que Walt Disney. ¿Es verdad esto? —Sí. Filmé una película que se llamaba "La calle del ensueño", en que precisamente lo hice. Era una combinación de actores con dibups animados. Fue enviada por el Gobierno a la Exposición Munde Sevilla y tuve el honor de recibir el Gran Premio. —-¿Por eso lo mandaron después a estudiar?

i —-Porque yo convencí al general Ibáñez, que con la llegada del  cine sonoro era necesario hacer películas en castellano. Le expliqué que el Hollywood de la América del Sur debía ser Santiago, porque está justamente en la misma latitud de Hollywood. Si usted pone un compás en el Ecuador, y una punta en la capital del cine, la otra va a dar a Santiago. i Y eso es muy importante porque es la luz...!

—Otra cosa que usted hizo fue la primera película sonora en América.

—Pero grabada en la cinta, porque antes hicieron intentos de ponerle discos de fondo.

——¿Fue una película de Alejandro Flores?

"Norte y Sur". Lo curioso fue que la hice empezar en inglés, porque el público no había visto nunca películas en castellano y pensé que la reacción iba a ser desfavorable.




—Dentro de lo cronológico, porque estamos ya por el año 1931, usted realizó una de las obras suyas que lo iban a caracterizar. El gran látigo que fustigó a la política chilena, que enseñó a sonreír a la gente, a ser menos ridícula, y a tener más cuidado: ' 'Topaze"

Exhibí, al hacer la afirmación, el primer ejemplar, de 12 de agosto de 1931.

—¿Cómo nació "Topaze"?

—Por necesidad. Cuando llegué a Chile, se había producido la revolución y caída de Ibáñez. Yo tenía un puesto importante en "La Nación" y quedé cesante. Además, totalmente en quiebra, tanto que debía algunos dólares en el barco de regreso. ¿Qué puedo hacer? Decidí aprovechar mi capacidad de dibujante y la experiencia periodística, que ya era bastante larga.

—Comprendí que yo solo y sin capital era imposible hacer una revista. Busqué a Joaquín Blaya, un gran publicista argentino que había aquí y a Jorge Sanhueza. Les dije:

"Si quieren jugarse un carril, acompáñenme en esta aventura. Yo quiero hacer una revista política. Les advierto que he ido a las imprentas más importantes"

—Empecé por Zig Zag, donde tenía muchos amigos, para pedir presupuesto. —Mira, Jorgito, me dijo Heriberto Horst, no pierdas tu tiempo. Jamás ha resultado una revista política en el país. Cuando más, en forma esporádica y si hay elecciones... —Yo la voy a hacer —respondí— porque tengo mucha experiencia política y periodística. Me fui a una imprenta muy modesta, cuyo nombre me pareció simbólico: se llamaba "El Esfuerzo".

"El propietario era un señor Briceño. Le expliqué mi situación. —No se preocupe, don Jorge —dijo yo lo conozco y me pagará cuando salga la revista. Le di las gracias.


"Cómo estaría económicamente, que no tuve dinero para el tranvía esa noche cuando fui a la imprenta al lanzamiento. Llegué allá empapado, pues llovía fuerte. Armamos las formas y salimos. Resultó que la primera edición se agotó en un cuarto de hora. Siguió el día entero sacando más ejemplares"

—Usted dirigió "'Topaze" hasta 1949.

 —Más, me parece.

—Sacudió usted a los políticos, pasó por muchos gobiernos fuertes y salió bien librado. Manejó la libertad de prensa con dignidad y valentía. ¿Cuál es su experiencia, la suma y balance?




—i Esta fuerza de la libertad de prensa y de la libertad cabal con el periodismo!

—Esta entrevista sólo será vista y leída por usted, mientras viva. Después, va a.ser parte de un serie de documentos históricos.

—i Voy a salir a penar entonces...!

—Usted va a hacer un paso al más acá. Usted que está acostumbrado a ir al más allá, porque ha tratado con los espíritus. Es importante que les diga a los que nos van a sobrevivir, ¿qué significa la libertad y qué el dinero? Mencionó usted el dinero. Empezó a trabajar porque necesitaba plata. ¿Son algo, al fin, estas cosas por que luchamos?

—Estimo que la libertad de prensa es algo tan serio y tan noble, que no puede suprimirse en ningún país civilizado. Es la expresión del público, Yo captaba lo que la gente pensaba. De ahí el éxito de "Topaze". No me embarqué con ningún partido. Atacaba tanto a la derecha, como a la izquierda. En las dos, había tipos que hacían chambonadas ¿no es así?

 —Usted creó al personaje, Verdejo, que era el pueblo, azotado y siempre sufriente.

—Me vi obligado a crear este Juan Verdejo, porque me di cuenta que Estados Unidos tenía al Tío Sam e Inglaterra a John Bull. Bueno, me dije, es necesario que Chile tenga también un personaje. El espíritu de éste IO creó un gran poeta popular, Héctor Meléndez, el que hacía los "versos de ciego". Yo le di la figura.

—Quiero llevarlo a la pintura. Dentro de lo mismo que hablábamos hacia el futuro. Usted pintó, se dice, y lo he oído de gente que lo vio y palpó, que lo comparó en la época precisa, el Cristo llamado de Dalí, mucho antes que él. En su libro "Yo soy tú", figura el asunto. —Movió la cabeza y relató:

—En un viaje que hice a Buenos Aires vi desde el avión la famosa estatua del Cristo Redentor. Cuando pasamos sobre ella me vino la idea. En un libro que llevaba la dibujé rápidamente para no olvidarme. Es decir, Jesús, mirado desde donde lo veía su padre.

—Mucho antes que lo hiciera Dalí. —No respondió, pero dijo:




—Empecé por mandar a hacer una cruz. Me enviaron un maestritos Todo esto es raro y sugerente. Era un hombre de barba blanca, que parecía arrancado de la Biblia. Llegó con sus herramientitas a mi taller en calle Moneda. —Maestro, le dije, necesito que me haga una cruz del tamaño auténtico. El viejo empezó a trabajar. El último día lo noté que estaba bastante delicado y decaído. —¿Por qué no se va, maestro? —Le pregunté—. Expresó que quería terminar. Después se marchó y no volvió. Pasados tres o cuatro días, vino un muchacho a buscar las herramientas, porque el hombre había muerto. iSin embargo, el pobrecito alcanzó a entregarme la cruz!

—Antes hablábamos de pintura. ¿Qué piensa usted, Coke, del arte abastracto y del realismo?

—Usted se refiere a la pintura abstracta. ¿Verdad?

—Exacto.

 —Pienso que es el error más grande. No crea usted que soy tan anticuado, pero no hay en el mundo arte más abastracto que la música. ¿Por qué? Porque la música tiene el alma que es el movimiento y el tiempo. Usted no ve los rayos infrarrojos, pero están. A nadie se le ocurre pintarlos, pues, cuando pinta un sol.

 —De manera que los "ismos" no le dan a usted en el corazón.

—iNo!

—Asomémonos en el terreno del arte. Entre Picasso y Dalí o Goya y Velásquez, para hablar de la vida y la perfección, ¿con quién se queda usted?

—Creo que Velásquez fue el más grande virtuoso que ha producido la pintura en el tiempo del Renacimiento. Sin embargo, yo me quedo con Goya, que adolecía muchas veces de errores graves de dibujo, pero que tenía tanta fuerza de expresión, especialmente en los retratos. Le voy a echar un pelambre a Picasso. ¿No? Empezó en 1905 a hacer una pintura muy buena y corriente, pero comprendió que había muchos a la altura de él en ese tiempo. Inventó, entonces, el monstruosismo. Mujeres espantosas, macro—omegálicas; pero, en fin, tenían cierto valor estético. Después llegaron a tal exageración que tengo por ahí un rostro que tiene la nariz por un lado, un ojo por acá, es decir, ninguna belleza. Desgraciadamente, como es muy fácil hacer esta pintura, salieron muchos imitadores que corrompieron una generación entera de pintores hasta hoy día.

—Todos los caminos suyos convergen al periodismo o las letras. Cuando hablamos de "Topaze", me faltó una pregunta: ¿Qué tiraje alcanzó a tener la revista?

—Llegó a cien mil ejemplares.

—Es decir poco más o menos el número de lectores interesados entonces en diarios y revistas. iNotable!

                                  —Ahora veo que fue así. —Se quedó pensativo y agregó:                            

—Mire, el señor Briceño, que hizo la primera edición, me notificó: esto va para muy grande. Yo no le puedo seguir haciendo el trabajo. —Calló, tal vez recordando. Le dije:

—Tengo presente este dibujo, tan interesante: el asesinato de Gandhi. Lo hizo y publicó usted.

Y mostré la patética obra hacia las cámaras de televisión.

—Estaba almorzando en el momento en que dieron la noticia por la radio. Dejé de comer, porque tenía que cerrar la edición muy poco después. Hice el dibujo en forma muy apresurada y alcanzó a salir.

—Dentro de lo patético —a los periodistas nos golpea lo patético--— otro asesinato de un gran hombre, el de Kennedy. Fue la portada de "Vea" y usted sacudió a todo Chile con su creación dramática del suceso. Su cuadro fue una expresión de dolor sumo: el que sentía la humanidad.

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