Parte 1

 

EL TIEMPO ES REVERSIBLE … A VECES

(un cuento que parece no cuento)

Por Jorge Délano F.

Dibujos de Galo

En qué ciudad tan extraña me encuentro ? Su arquitectura es indescriptible, ya que sus caprichosos estilos no tienen ninguna influencia por mi conocida … Perdón ! rectifico : Su estilo me recuerda a Gaudí, el famoso arquitecto catalán, con sus retorcidas torres viscerales de la Catedral de la Sagrada Familia. Pero, por qué endiablada asociación recordé las “vísceras” de Gaudí ?

Entre los abigarrados edificios atrajo mi atención aquel que copiaba la forma de una gigantesca amapola. Sobre su puerta se leía “AMOR FEO”. Será acaso, pensé, un prostíbulo ó quizás, un hotel galante ? .. Porqué amor feo … ?

El portero, un formidable negro que vestía una librea tan oscura como las más oscura de las noches, al notar mi vacilación se me acercó y en forma comedida me invitó a entrar :

Es el mejor restaurante de la ciudad, señor, y usted encontrará los platos y bebidas más deliciosos.


 

Busqué mi billetera con la intención de darle una propina pero la había olvidado. Titubée por que ¿ como iba a cancelar mi consumo ? Más el buen negro me explicó que el servicio era completamente gratuito.

El enorme local estaba iluminado solamente con cuatro velas colocadas en cada mesa, me pareció un velorio colectivo. Sus parpadeantes llamas  distorsionaban los rostros de los comensales como ocurre en las pantallas de la TV cuando se descompone el dispositivos de las imágenes.

Entré. Al pasar junto a una mesa en que había instalados cuatro muchachos, uno me detuvo junto con decirme :

Ya no nos conoces “Churrete Sánchez” ? Siéntate y sírvete lo que desées.

Muy desconcertado tomé asiento. Uno me preguntó :

No te acuerdas que fuimos compañeros de curso en el Instituto Nacional ?

Bueno, han pasado tantos años que no recordaba mi sobrenombre, bastante desagradable por cierto.

Te lo pusimos por que no había día, me explicó el que dijo ser “El Depravado Acuña” que no solicitaras al empezar la clase permiso para ir a las “casitas”, y tú, sin esperar su asentimiento, salías precipitadamente. Yo llegué a creer que era una maniobra para ausentarte cuando se nos venía encima una interrogación.

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