De Profundis 4

 

—Pero habrá algo que le ha llegado muy hondo, porque quizá le costÓ más. ¿O nada le costó, porque usted era un surtidor de imágenes, de figuras... ?

—iPero claro —interrumpió—, era difícil llegar a una cierta perfección en cada una de estas cosas! Por ejemplo, en cine, no habría nada. Yo no sé de dónde me salió esta facilidad para las películas. Cuando escribí I "Yo soy tú", me exigió el editor que le mandara a todos los crític s un libro dedicado. —No te olvides de Alone— advirtió. ——iAh le dije, a Alone le tengo un gran respeto! Soy amigo de él y desdej ven y créeme, no me atrevo a mandárselo.

—Recuerdo que escribió elogios sobre usted.


 

—Me habló or teléfono una tarde. —Recibí su libro, dijo, y voy a hacer algo que unca he hecho con un autor. ¿Querría usted invitar-

me a comer a/ su casa? —Por supuesto, respondí. ¿Quiere usted alguna dieta? No, respondió, basta con una frutita y un vaso de leche. —Le dije a mi mujer: —Mira, Alone ha encontrado tan malo el libro que me viene a dar alguna explicación. —Pues me llevé la sorpresa más agradable. —Mira Coke, me dijo, he venido a verte para averiguar cómo has podido hacer esa maravilla de libro. ¿Cómo has logrado la continuidad de la obra? —Con la misma técnica que escribo I guiones de películas, contesté. Primero, un esquema, elijo los temas y los voy mezclando. Magnífica tu idea, opinó. —Eso lo debían e señar los profesores de Castellano. —iEs que los profesores no son Ci emiatografistas!, argüí.

—Raúl Silva Castro, que era un crítico severísimo, lo trató igualmente bien.

—Tode la crítica fue muy favorable.

—Es que el libro era muy entretenido, como la vida de Coke —comenté.

—Era una película de mi vida.

—¿Qué ha sido el amor para Coke?

—La sal de la existencia. Yo no puedo imagmar una vida sin amor. l' 111 enamoradizo desde muy niño. Debo haber tenido siete u ocho años y ya me enamoraba de las hermosas amigas de mis hermanas. Una beldad de aquella época, que ya era una muchacha de 18 años, la voy a nombrar, la Lucía Guzmán, habría sacado indudablemente el premio de belleza internacional. Yo me enamoré de esta niña en forma perdida irnire qué es ridículo! Muchos años después, doña I)orila Guevara de Brown me dijo: —Coke, te voy a tener una sorpresa a la hora de almuerzo. Una persona que te va a gustar mucho volver a ver.

—Era la Lucía Guzmán, ya de 80 años, preciosa. Parecía una reina  con su pelo blanco. Le dije: Mira, Lucía, tú fuiste mi primer amor.

; Y cómo no me lo habías dicho? —exclamó. —Bueno agregué, ahora lo sabes. Ya es tarde.

—Usted ha elegido la forma de vivir.

—iSí!

Qué quiere decirle a la gente que está viviendo?

En primer lugar, deben encontrarse a sí mismos, que es muy  difícil, Hay que aprender a encontrarse, para después encaminar la

 existencia de acuerdo con ese principio de conocerse. Cualquiera no puede decir: yo voy a ser escritor. No, primero hay que madurar.

—Esa fue la verdad de Jorge Délano —concluí—, conocerse a sí

nttsrno. Realizarse a sí mismo. Ser él mismo.

                             Mi entrevista de televisión había terminado.

Ahora, al tomarla fielmente de la cinta, para convertirla, tal como

 es, en este capítulo, me he sorprendido, como si se tratara de algo  nuevo, que jamás escuché ni leí.

Es la suma de un hombre grande.


 

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